LOS RETOS DE LA MANCOMUNIDAD VASCA
Desde el 1 de enero de 2017, los diez Establecimientos Públicos de Cooperación Intermunicipal (EPCI) del País Vasco norte han fusionado para constituir la Comunidad de Aglomeración del País Vasco (CAPV), conocida como Mancomunidad Vasca, dotando a ese territorio de una nueva institución representativa. Esta creación es el fruto de un largo proceso histórico marcado por guerras, revoluciones, cambios de régimen y movilizaciones, tanto de electos locales, sectores económicos, movimientos políticos como de organizaciones pertenecientes a la sociedad civil. Tras su creación, conviene interrogarse sobre los desafíos a los que se enfrentará esta institución durante los próximos años. Estos desafíos se refieren tanto a las competencias, a la gobernanza como a la financiación de la nueva entidad; sin omitir la encarnación y la articulación del territorio, su propensión a convertirse en el referente de ciertas materias así como su capacidad para transformarse en Colectividad Territorial con estatus particular. En primer lugar, la nueva Mancomunidad única debe conseguir ejercer plenamente sus competencias así como adquirir nuevas. De hecho, además de las seis competencias obligatorias previstas por la ley, a las que se añadirán de oficio la competencia de GEMAPI en 2018 y, posteriormente, las de agua y saneamiento, la Comunidad de Aglomeración del País Vasco deberá ejercer plenamente sus competencias optativas y facultativas, al tiempo que deberá hacer gala de persuasión ante los municipios-miembros para apropiarse el mayor número de competencias adicionales. Deberá igualmente negociar con el Estado, la Región y el Departamento la delegación de competencias, especialmente en materia de Euskara, cultura vasca y cooperación transfronteriza, lo que implicará la firma de convenios que precisen el ámbito y la duración de la delegación así como sus obligaciones y modalidades de supervisión. El ejercicio de competencias nuevas ira de la mano del aumento de las dotaciones financieras provenientes del Estado. En segundo lugar, es esencial garantizar una representatividad efectiva y una gobernanza eficaz de la institución específica. En efecto, la voluntad de garantizar una representación equitativa de todos los territorios que componen el País Vasco norte, y particularmente de las zonas rurales del interior, permitirá apaciguar los temores de ciertos electos locales de los municipios de Baja-Navarra y Zuberoa que tienen miedo de estar sumergidos por la nueva estructura. A ese propósito, además del criterio demográfico, a la hora de fijar el número de representantes atribuidos a cada zona, los electos se han mostrado preocupados por el hecho de garantizar una representación de todos los territorios. Asimismo, la creación de una Comisión permanente, que se añade al Consejo comunitario y al Comité ejecutivo, trata de garantizar un funcionamiento eficaz, entendiéndose que la Comunidad de Aglomeración del País Vasco deberá aportar un valor añadido en materia de gestión, lo que le...
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