Razones del retroceso electoral de la Izquierda Abertzale

Posted by on June 8, 2015 in Blog, Noticias de Gipuzkoa | 0 comments

Razones del retroceso electoral de la Izquierda Abertzale

En las elecciones forales y municipales que acaban de acontecer, la izquierda abertzale encarnada por EH Bildu ha conocido un retroceso tanto en votos, en escaños como en poder institucional. En efecto, además de perder 53.000 votos con respecto a los sufragios obtenidos por Bildu y Aralar (que se presentaron por separado) y un número no desdeñable de concejales, ha perdido el mando de múltiples instituciones, empezando por la Diputación Foral de Gipuzkoa y prosiguiendo por municipios tales como Donostia, Tolosa, Gernika, Bergara o Lasarte-Oria. No en vano, conviene matizar esa valoración ya que las pérdidas han variado notablemente en función de los territorios. De hecho, si ha retrocedido notablemente en Gipuzkoa, ha bajado ligeramente en Bizkaia, se ha mantenido en Araba e incluso ha crecido en Nafarroa. A su vez, la pérdida de votos ha sido superior en las elecciones forales que en los comicios municipales con una diferencia de alrededor de 18.000 votos entre ambos. Por último, a pesar de este retroceso, la izquierda abertzale continúa gozando de una fuerte implantación electoral que es además relativamente homogénea en el conjunto del territorio vasco.
Una vez realizados esos matices, es preciso explicar el retroceso del voto a favor de la izquierda abertzale en comparación con los resultados cosechados por la coalición soberanista en las precedentes elecciones municipales y forales.
El primer factor explicativo alude al contexto en el que se produjeron las elecciones forales y municipales de 2011. En efecto, tuvieron lugar tras el anuncio de alto el fuego permanente de ETA y justo después la decisión tomada por el Tribunal Constitucional de legalizar a Bildu, lo que le permitió concurrir a las elecciones. La angustia generada por su posible ilegalización y el alivio provocado por su legalización a escasos días del escrutinio, así como la voluntad de la ciudadanía vasca de apoyar y fortalecer un nuevo escenario sin violencia, propiciaron el voto a favor de la izquierda abertzale. Al contrario, las elecciones municipales y forales de 2015 se han producido en un contexto marcado por la consolidación de un escenario de paz y un clima normalizado, carente de crispación, excepto en Araba. Esto no ha propiciado una movilización de sus bases, la obtención de un voto de simpatía y el beneficio de un voto estratégico asociado el final de la lucha armada practicada por ETA.
El segundo factor, en parte vinculado al anterior, resulta de cierta inexperiencia en la gestión institucional de numerosos equipos municipales que se presentaron bajo la etiqueta de EH Bildu. En efecto, ante el temor de ser ilegalizado, EH Bildu tuvo que componer sus listas sin contar entre sus filas con personas con experiencia gestora y que habían formado parte con anterioridad de candidaturas ilegalizadas. Si eso supuso una regeneración notable de la clase política a nivel municipal y foral, se tradujo igualmente por cierta inexperiencia. Eso dio lugar a cierto retraso en la puesta en marcha operativa de varias corporaciones, dado que los equipos entrantes necesitaban cierto tiempo para conocer los entresijos de la gestión municipal, y por unos errores vinculados al escaso dominio de la vida institucional.
El tercer factor se refiere a la gestión realizada por las instituciones gobernadas por EH Bildu en materia de residuos. La decisión de la Diputación Foral de Gipuzkoa, apoyada por numerosos consistorios locales, de no construir la incineradora y de instaurar el sistema de recogida de basuras puerta a puerta, provocó fuertes reticencias en numerosos municipios, especialmente en Bergara, Legazpi, Azkoitia, Lezo, Ordizia o Eskoriatza. Se constituyeron plataformas ciudadanas que organizaron manifestaciones, consultas populares y colgaron bolsas de basuras en los balcones de sus viviendas en señal de protesta. La oposición aludía tanto al puerta a puerta como al procedimiento elegido para implantarlo. Aunque la consulta de los ciudadanos figuraba en buen lugar en los programas electorales de EH Bildu, esta formación optó por no consultar a los habitantes de esos municipios y dio la sensación de querer imponer su visión. La sanción electoral se produjo en las elecciones autonómicas de 2012 donde EH Bildu perdió 15.995 votos, lo que condujo la coalición abertzale a flexibilizar su postura inicial y a apoyar sistemas alternativos al puerta a puerta, siempre y cuando garantizasen elevadas tasas de reciclaje. No en vano, esa modulación ha sido insuficiente.
El cuarto factor alude a la crisis socioeconómica y a las limitaciones impuestas a las administraciones locales por el gobierno central. De hecho, EH Bildu ha tenido que gestionar la crisis y sus consecuencias, sinónimos de incremento del gasto y de reducción de los ingresos, a los que se añade el imperativo de no incrementar el déficit y la deuda pública. Esta situación ha perjudicado especialmente a la coalición soberanistas que hizo campaña sobre un modelo alternativo y la prioridad concedida a las políticas sociales. Al carecer de recursos suficientes, no pudo desarrollar plenamente su programa y dio la sensación de no distinguirse suficientemente de los partidos que habían gobernado las institucionales municipales y forales con anterioridad. La insistencia de los representantes de EH Bildu en la implantación de un modelo alternativo no se ajustaba plenamente con las políticas implementadas por estas instituciones. Eso ha propiciado que ciertos electores, sensibles a las temáticas sociales y deseosos de instaurar un cambio profundo, se hayan sentido defraudados por la colación soberanista y atraídos por un partido emergente como Podemos.
Precisamente, el quinto factor se refiere a la irrupción de Podemos en el paisaje político estatal y vasco a partir de las elecciones europeas de 2014. Tras conseguir cinco escaños en dicho escrutinio, el partido liderado por Pablo Iglesias ha gozado de una fuerte exposición mediática que le ha permitido condicionar el debate político y aparecer como una alternativa a los partidos de gobierno. Ha conseguido sustituir los ejes izquierda-derecha y nacionalista-constitucionalista por dos ejes alternativos e interrelacionados: élite-pueblo y honesto-corrupto. Temeroso de perder apoyos en los sectores situados más a la izquierda, EH Bildu ha “podemisado” su discurso abanderando la lucha contra la corrupción y a favor de las políticas sociales. En lugar de reactivar el eje nacionalista-constitucionalista, insistiendo sobre el derecho a decidir, la territorialidad, el proceso de paz o el euskara, ha preferido insistir sobre supuestas casos de corrupción y de malversación de caudales públicos. Pareciéndose de manera creciente a Podemos, EH Bildu ha perdido su perfil propio y ha propiciado el trasvase de votos hacia esta formación.
Por último, el sexto factor resulta de la estrategia de desgaste sistemático elaborada e implementada tanto por partidos de la oposición como por ciertos medios de comunicación que se han erigido en censores de la acción institucional de EH Bildu. Esta ofensiva ha sido especialmente manifiesta en Gipuzkoa donde la crítica hacia el puerta a puerta, la capitalidad cultural de Donostia 2016 o el supuesto inmovilismo ha sido constante en una clara voluntad de desgastar a la diputación y a los consistorios gobernados por la coalición soberanista.
En definitiva, de la capacidad de la izquierda abertzale a hacer una lectura rigurosa de los resultados, depende su aptitud a recomponer el vínculo con la ciudadanía y a iniciar una dinámica electoral positiva.

Tribuna Abierta publicada en los periódicos del Grupo Noticias el 03 de Junio de 2015

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