La extrema derecha ante la cultura en Francia

Posted by on April 24, 2014 in Blog, Deia | 0 comments

La extrema derecha ante la cultura en Francia

Las elecciones municipales del 23 y 30 de marzo han permitido a la extrema derecha francesa, encarnada por el Frente Nacional (FN), hacerse con varios municipios y aumentar notablemente su número de concejales en todo el territorio galo. Este acceso al poder municipal le permitirá llevar a cabo, entre otros aspectos, políticas culturales que desean promover el arte figurativo, la artesanía, el folklorismo y el arte religioso afín de romper con la cultura supuestamente “multiculturalista”, “elitista” y “decadente” que caracterizaría el arte contemporáneo y las políticas culturales. De hecho, como lo subraya Frédéric Joignot, la extrema derecha tiene una serie de obsesiones en esta materia: la critica virulenta del arte contemporáneo, el elogio del tradicionalismo, la denuncia de las redes clientelares, el cuestionamiento del elitismo cultural, el rechazo del multiculturalismo y la defensa del patrimonio histórico y religioso. Todas estas temáticas aparecían en los programas y discursos de los candidatos frentistas durante la campaña de las elecciones municipales.

De manera general, la extrema derecha está obsesionada por la “decadencia” de la cultura francesa y no para de denunciar la “ideología nihilista dominante”. Ante esta situación, defiende una cultura popular que sería sinónimo de sentido común y diversión. Como lo indica Yves Camus, la denuncia de la decadencia cultural del Hexágono “es central en la sub-cultura del FN que funciona en circuito cerrado, con sus valores identitarios, sus grandes referencias, su visión de la historia francesa, sus corrientes tradicionales y su elogio del sentido común popular”. Esta visión está presente entre los simpatizantes, militantes, directivos y cargos electos frentistas ya que, a su entender, “la nación francesa es inamovible, orgánica, secular, cristiana o pagana. Todo lo que viene de fuera la subvierte, generando decadencia, ella misma fomentada por las fuerzas antinacionales”.

Esta visión encuentra su origen en la corriente contra-revolucionaria y monarquista del siglo XIX y ha sido fomentada por el “nacionalismo integral” de Charles Maurras, figura de la Acción francesa que ha influido en las derechas conservadoras, reaccionarias y radicales. Según esta visión, la Ilustración y la Revolución francesa habrían favorecido la aparición de una cultura del dinero, del individualismo liberal y del anti-patriotismo. Estas ideas han permanecido a lo largo del tiempo y figuran en los panfletos antisemitas de las Ligas fascistas francesas y en las exposiciones nazis sobre el “arte degenerado” en Alemania. Después de la Segunda Guerra Mundial, Jean-Marie Le Pen retomará ese discurso. Para Jean-Michel Patreau, “permite mirar desde arriba al adversario político situándolo en el ámbito del derroche, de la impotencia, de la perdición, en definitiva, de la muerte”. Esta concepción de la cultura está presente hoy en día entre los alcaldes y concejales de extrema derecha que critican el supuesto “clientelismo cultural”, la financiación de las “asociaciones multiculturales”, el abandono del arte religioso o la predilección por las operaciones de prestigio. Al contrario, promueven la cultura tradicional, el patrimonio histórico, la “prioridad nacional” y todo lo que fomenta la identidad cristiana.

Lejos de reducirse a un discurso ideológico, la extrema derecha francesa ha llevado a la práctica estas políticas en los ayuntamientos en los que ha gobernando entre 1995 y 2002. Así, como lo indica justamente Frédéric Joignot, en Vitrolles, el FN ha suprimido las subvenciones concedidas a los sindicatos y asociaciones humanitarias, ha despedido a la directora del cine de arte y ensayo Les Lumières y ha cerrado el bar musical Le Sous-marin. En Toulon, el alcalde ha transformado la Fiesta del Libro en Fiesta de la libertad que ha acogido casetas de literatura de extrema derecha y ha presionado al creador del Teatro Nacional de Châteauvallon para que modifique la programación que consideraba demasiado moderna. En Marignane, el primer edil ha puesto fin a la suscripción por la biblioteca municipal de todos periódicos, semanarios y mensuales de izquierdas. A su vez, ha prohibido la compra de libros sobre la homosexualidad y el feminismo, al tiempo que 75 libros de autores extremistas, monarquistas y negacionistas eran adquiridos. En Orange, el alcalde ha suprimido las subvenciones concedidas al más antiguo festival de arte lirico de Francia y al centro cultural Mosaïques, organizador de las Noches del teatro antiguo.

En definitiva, el acceso al poder de quince alcaldes y más de 1.200 concejales de extrema derecha en los diferentes municipios galos dará lugar a la implementación progresiva de políticas culturales que pretenden luchar contra la supuesta “decadencia cultural” y fomentar una cultura tradicional, patrimonial y nacional-populista.

Tribuna Abierta publicada en el periódico DEIA el 22 de abril de 2014.

 

http://www.deia.com/2014/04/22/opinion/tribuna-abierta/la-extrema-derecha-ante-la-cultura-en-francia/

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