Entrevista al periódico DEIA

Posted by on January 9, 2015 in Blog, Deia | 0 comments

Entrevista al periódico DEIA

DEIA: ¿Cuál es su impresión a propósito de lo que ha pasado hoy en París?

 

Eguzki URTEAGA: Se trata del atentado más sangriento desde la Guerra de Argelia, ya que ha provocado doce muertos, de los cuales la mayoría eran periodistas y dos eran policías, y una decena de heridos, de los cuales cuatro están en situación grave. Más allá del número de muertos y de heridos, este atentado ha provocado una gran conmoción tanto en la clase política, en los medios de comunicación como en la sociedad gala, dado que se trataba de personas muy conocidas. Cabu y Wolinski, respectivamente de 76 y 80 años, eran personajes públicos desde los años 60 y 70 del pasado siglo, y Charb era el actual director de periódico satírico.

Es ese sentido, no es sorprendente que numerosas movilizaciones, más o menos espontáneas, hayan sido convocadas en todo el país. Asimismo, El Presidente de la República, François Hollande, ha acudido al lugar del atentado, ha intervenido en el telediario de las 20h00 y ha elevado el Plan Vigipirate al nivel máximo denominado “alerta atentados”. A su vez, la clase política, en su conjunto, ha hecho un llamamiento a la unidad nacional.

Pero la conmoción ha sido mundial, como dan cuenta de ello las muestras de condena hacia el atentado y de solidaridad hacia las víctimas provenientes del Presidente de la Comisión Europea y de los Presidentes o Primer Ministros de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido o Italia, dado que las víctimas eran profesionales de un medio de comunicación y que, según los datos de los que disponemos, ha sido perpetrado por radicales islamistas. En efecto, según el video realizado por la Agencia Premières Lignes, los asaltantes habrían gritado “Allah Akbar” (Allah es grande) y según unos testigos citados por la policía los agresores hubiesen dicho: “hemos vengado al profeta”.

 

DEIA: ¿Cree que era de esperar dadas las amenazas precedentes sobre el medio de comunicación?

 

Eguzki URTEAGA: Es cierto que, el 2 de noviembre de 2011, la sede de Charlie Hebdo fue objeto de un incendio criminal y que, simultáneamente, el semanario fue víctima de ataques informáticos provenientes de un grupo turco que defendía el Islam. Previamente, el 8 de febrero de 2006, recibió amenazas tras la reproducción de caricaturas del profeta Mahoma publicadas por el periódico danés Jyllands-Posten. A lo largo de estos años, Charlie Hebdo recibió regularmente amenazas. Así, el 22 de septiembre de 2012, un hombre que había llamado a decapitar el director de la redacción en una página web djihadista fue detenido en  el municipio de La Rochelle.

No en vano,  según el redactor jefe Gérard Biard contactado por el periódico Le Monde, últimamente las amenazas habían disminuido y el acoso era menor. A pesar de que la sede así como el director de la redacción estaban bajo protección policial, ésta se había relajado ya que no sentían un riesgo inminente.

 

 

 

 

DEIA: ¿Cuál es su opinión sobre el debate en torno a la libertad de expresión? ¿Está por encima de todo, aunque ello suponga enardecer al radicalismo islámico?

 

Eguzki URTEAGA: En 2006, Charlie Hebdo decidió reproducir las caricaturas de Mahoma precisamente porque quería expresar su solidaridad hacía el periódico danés que fue amenazado y en nombre de la libertad de expresión. El propio director del semanario satírico declaraba en una entrevista concedida al periódico Le Monde hace dos años que “prefería morir de pie que morir arrodillado”  y que no tenía la sensación de que un dibujo podía matar a alguien.

 

DEIA: En Europa se han retirado publicidades, caricaturas de políticos o de figuras de la familia real, por su contenido. ¿Cree que se debería de evitar utilizar la figura de Mahoma para hacer humor gráfico?

 

Eguzki URTEAGA: El debate va mucho más allá de la libertad de expresión, dado que plantea la cuestión de la democracia, del lugar de la religión en la esfera pública, de la convivencia entre comunidades, de la integración de los inmigrantes de segunda, tercera y cuarta generación, y del número creciente de jóvenes franceses que deciden emplear la violencia en nombre del Islam tanto en Francia como en el extranjero. Por ejemplo, durante las últimas semanas, las autoridades galas expresaban su preocupación por el número creciente de jóvenes galos que decidían desplazarse a Siria y a otros países para luchar en nombre del Islam.

 

DEIA: ¿Cómo cree que afectará este atentado a la sociedad francesa frente a la población musulmana en el país?

 

Eguzki URTEAGA: No es el primer atentado perpetrado por grupos o activistas islamistas en el territorio galo. Conviene recordar que Francia fue el escenario de varios atentados islamistas, a la imagen de los ocho atentados perpetrados por el Grupo Islámico Armado (GIA) entre julio y octubre de 1995 que provocaron 8 muertos y 200 heridos. Más recientemente, en marzo de 2012, el islamista Mohammed Merah mató a 7 personas en Toulouse entre los cuales figuran 3 militares, 3 niños y 1 adulto delante de una escuela judía.

No obstante, es evidente que el atentado que acaba de acontecer, por la conmoción que está provocando, incrementará la islamofobia y la estigmatización de los arabo-musulmanes, tensionará y dividirá aún más la sociedad gala, y fortalecerá más y cabe la extrema derecha representada por el Frente Nacional y liderada por Marine Le Pen que llegó en primera posición en las últimas elecciones europeas.

 

DEIA: El imán de París ha sido uno de los primeros en rechazar el atentado. ¿Comparten los musulmanes franceses la indignación por las caricaturas, aunque no compartan los métodos?

 

Eguzki URTEAGA: Es posible que una parte de los practicantes musulmanes no vean con buenos ojos las caricaturas del profeta Mahoma, pero esto no significa que se opongan a su publicación en nombre de la libertad de expresión y del principio de laicidad. En cualquier caso, la mayoría de los musulmanes galos no son practicantes y consideran la religión como una tradición cultural y no como un dogma cuyo respeto se antoja ineludible. Además, la gran mayoría de la inmigración de origen magrebí, que sea de primera, segunda o tercera generación, no es creyente y adhiere a los valores y principios de la sociedad francesa, empezando por los fundamentos de la República y los valores de la sociedad del consumo.

Los discursos, actividades y acciones extremistas son el hecho de una ínfima minoría, que reside a menudo en los suburbios desfavorecidos de las principales ciudades francesas, que se encuentra en situación de fracaso escolar y de desempleo, y que padece múltiples discriminaciones a la hora encontrar un empleo, acceder a una vivienda o poder disfrutar del ocio. A pesar de que la mayoría disponga de la nacionalidad gala, se sienten como ciudadanos de segunda categoría al que la sociedad francesa no ofrece ninguna perspectiva de futuro. Es la razón por la cual se refugian en la religión y en el activismo violento.

 

DEIA: ¿Cómo entiende una sociedad laica como es la francesa un atentado de carácter religioso?

 

Eguzki URTEAGA: Francia es un país laico desde la ley de 1905 que separa el Estado y las Iglesias. En virtud de esta ley, la religión queda relegada a los lugares de culto y a la esfera privada y las Iglesias deben abstenerse, en la medida de lo posible, de intervenir en el debate público y de interferir en los asuntos políticos.

Sin embargo, la cuestión religiosa hace irrupción periódicamente en el debate público. Tal fue el caso durante los años noventa del pasado siglo a propósito de los signos religiosos en la escuela y especialmente del velo islámico en los centros educativos. Tras varios años de discusión, no exentos de polémica, se convocó la Comisión Stasi que trabajó entre 2003 y 2004 y cuyos conclusiones fueron tomadas en consideración para redactar la ley del 15 de marzo de 2015 que regula la aplicación del principio de laicidad, el uso de signos o de vestimentas que manifiestan una pertenencia religiosa en las escuelas, colegios y liceos públicos. Esta ley prohíbe el uso de cualquier uso ostensible, lo que incluye el velo islámico, la kippa judía y las grandes cruces cristianas.

En ese sentido, la crispación religiosa no es propia del Islam, como lo demuestran las importantes manifestaciones que tuvieron lugar a partir de agosto de 2012 contra el matrimonio homosexual y que reunían a organizaciones asociativas, políticas y religiosas afines a sectores conversadores de la Iglesia católica.

 

 

Entrevista publicada en el periódico DEIA el 8 de enero de 2015.

 

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