Crisis económica y paraísos fiscales
Los paraísos fiscales están en el centro de la crisis financiera y económica que padece Europa y nunca han sido tan prósperos gracias a la impunidad de la que gozan los evasores fiscales, a la vaguedad de los compromisos adquiridos y a la debilidad de los controles. Ante esta situación, el joven economista Gabriel Zucman intenta mostrar en su libro titulado La richesse cachée des nations. Enquête sur les paradis fiscaux de qué forma se produce la evasión fiscal de las grandes fortunas y multinacionales, calcula el coste que supone para los Estados y propone soluciones para remediar a esta situación. Para Zucman, la solución pasa por aprobar tres medidas: 1) la constitución de un catastro mundial para disponer de un registro internacional de los títulos financieros que indique nominalmente quién posee cada acción y obligación, 2) el intercambio automático de información financiera a nivel mundial, y 3) la creación de un impuesto global sobre el capital.
Para evaluar el coste global de los paraísos fiscales, Zucman ha llevado a cabo un estudio económico profundizado y ha movilizado una gran cantidad y variedad de fuentes de información cuyos datos han sido reunidos, enfrentados y analizados. De hecho, ha utilizado “todas las fuentes disponibles sobre las inversiones internacionales de los países, los balances de pago, los balances de los bancos y sus posiciones, la fortuna y la renta de las naciones, las cuentas de las empresas multinacionales y los archivos de las entidades suizas”. Basándose en ellas, calcula que, a nivel mundial, el 8% del patrimonio de las personas y empresas se encuentra en paraísos fiscales, cifra que alcanza el 12% en el caso europeo.
Los principales paraísos fiscales son, además de Suiza, Hong Kong, Singapur, Las Bahamas, las Islas Caimán, Luxemburgo y Jersy, y el dinero depositado en sus bancos alimenta los mercados financieros internacionales, lo que provoca distorsiones y anomalías en las posiciones internacionales de los Estados. De hecho, como lo subraya Zucman, los paraísos fiscales sirven a las grandes fortunas y multinacionales para hacer fructificar su dinero y no simplemente para depositar grandes cantidades de dinero. En ese sentido, se trata de inversiones financieras de las que se esperan importantes ganancias, siendo consciente de que la rentabilidad media del capital privado es del 5% a lo largo de la última década.
Además, la evasión fiscal supone notables pérdidas en materia de ingresos fiscales para los Estados que Zucman valora en 130 mil millones de euros en 2013. De estos 130 mil millones, 80 mil millones corresponden al fraude al impuesto sobre la renta, al que se añade el fraude al impuesto de sucesiones. Europa es la primera víctima de esta evasión en la medida en que los Estados que componen el “Viejo Continente” padecen una pérdida valorada en 50 mil millones de euros anuales. Los paraísos fiscales desempeñan un rol esencial en esa evasión fiscal ya que el 80% de los activos financieros situados en los paraísos fiscales no están declarados.
Una vez valorado el coste de la evasión fiscal para las arcas públicas, el economista galo hace un repaso histórico de las medidas tomadas por las institucionales internacionales y, sobre todo, por los Estados contra los paraísos fiscales y los errores que es preciso evitar. Considera que las políticas de lucha contra estos paraísos han fracasado, básicamente por dos razones: la ausencia de obligatoriedad y de averiguación. Más detalladamente, subraya varias dificultades: 1) la ausencia de una estrategia clara de los organismos internacionales y de los Estados, 2) el escaso intercambio automático de datos financieros y opacidad financiera reinante, y 3) la incapacidad de las autoridades a averiguar si los paraísos fiscales respetan la reglamentación internacional.
La directiva “ahorro” es la principal medida aprobada por la Unión Europea (UE) para luchar contra la evasión fiscal. Entrada en vigor el 1 de julio de 2005, esta directiva convierte el fraude fiscal en teóricamente imposible, de modo que haya generado grandes expectativas. No en vano, nos dice Zucman, este dispositivo tiene tres carencias principales: 1) la directiva solo concierne a los intereses y no a los dividendos, 2) todos los países europeos no participan de igual manera, ya que Luxemburgo y Austria gozan de un régimen favorable, 3) y la imposición concertada del 35% no funciona. La consecuencia de todo ello es que la evasión fiscal continúa creciendo a pesar de las medidas tomadas contra la evasión fiscal y los paraísos fiscales.
Todo ello conduce este joven economista a formular propuestas que permitan solucionar o, al menos, mejorar la situación. Propone tres medidas fundamentales:
– En primer lugar, recomienda la generalización de sanciones financieras contra los Estados que no respetan los estándares internacionales de transparencia, por ejemplo estableciendo aranceles del 30% a los bienes que importan de estos países. El objetivo de estos aranceles no consiste en reforzar el proteccionismo sino en obligar los paraísos fiscales a cooperar. No en vano, la Unión Europea se enfrenta a un serio problema para poder aplicar esta medida: la existencia de un paraíso fiscal en su seno. De hecho, Luxemburgo está protegido de los aranceles comerciales por los tratados europeos y dispone de un derecho de veto en materia fiscal. Lo cierto es que este pequeño país de 400.000 habitantes representa un riesgo para la estabilidad financiera de la UE.
– En segundo lugar, sugiere la creación de un catastro financiero internacional para facilitar el intercambio automático de información, lo que permitiría determinar la propiedad de los títulos financieros en circulación, permitir a las administraciones fiscales averiguar que los bancos les transmiten todos sus datos, y mejorar la regulación del capitalismo mundial. Zucman considera que el Fondo Monetario Internacional (FMI) sería la institución idónea para desempeñar la tarea de supervisión de ese catastro ya que se trata de un organismo internacional con la capacidad técnica necesaria. Básicamente, el FMI tendría cuatro misiones: 1) mantener un registro mundial de los títulos en circulación basándose en las bases informáticas disponibles, 2) asegurarse de que el catastro global incluye todas las acciones y obligaciones, 3) identificar los beneficiarios efectivos de los títulos, y 4) garantizar un acceso al catastro a las administraciones fiscales.
– En tercer lugar, propone la creación de un impuesto mundial sobre el capital porque supondría el final de la opacidad financiera que se encuentra en el origen de la evasión fiscal. Así, ante la optimización fiscal practicada por las multinacionales, es preciso imponer los beneficios mundiales, lo que permitiría un incremento de los recursos provenientes del impuesto de sociedades en un 30%. Zucman estima que la Unión Europea y Estados Unidos podrían dotarse de impuestos de sociedades propios y reforzar su colaboración.
Estas soluciones son técnicamente posibles, económicamente factibles y políticamente deseables. No en vano, si bien Zucman reconoce que la lucha contra los paraísos fiscales exige una movilización excepcional y la aplicación del plan de acción que propone tendrá un coste económico, parece infravalorar el poder y la capacidad de influencia de los paraísos fiscales tales como Suiza o Luxemburgo y de los bancos que trabajan en sus senos. Asimismo, no toma suficientemente en consideración el hecho de que la aprobación y posterior implementación de ese tipo de medidas exige un amplio consenso entre países cuyas historias políticas, intereses económicos y orientaciones ideológicas difieren. Resulta difícil a nivel europeo y sumamente complicado a nivel mundial. Esto no significa que no sea imprescindible avanzar en la regulación del sistema financiero internacional y en la lucha contra los paraísos fiscales.
Tribuna Abierta publicada en el periódico DEIA el 12 de mayo de 2014.
http://www.deia.com/2014/05/12/opinion/tribuna-abierta/crisis